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lunes, 26 de mayo de 2014

El botiquín de urgencias Veterinarias


El botiquín de urgencias Veterinarias


Utilizamos el término “botiquín” tanto para el contenedor donde se guarda un cierto número de medicamentos, vendajes y material de curas, como para el conjunto de todos estos elementos dedicados al tratamiento inmediato de casos de urgencia. Por tanto, un “botiquín” es la caja y también el conjunto de todas las cosas que guardamos en ella para atender a nuestra mascota en un caso de urgencia.



Hay que destacar que este botiquín sólo pretende cubrir la necesidad de
una primera asistencia básica y, no por ello, obviar la visita al veterinario tan pronto como sea posible.


Debemos planificar nuestro botiquín en función de varios aspectos:
■■ Número y tamaño de las mascotas que pueden necesitarlo.
■■ Cualificación y experiencia que tengamos en atención de urgencias y atención
veterinaria.
■■ Lejanía y tiempo de desplazamiento desde donde podríamos usar el botiquín hasta el punto donde podemos encontrar ayuda veterinaria de urgencia en el caso de que fuera necesaria.

Normas generales básicas 
El botiquín, en cualquier caso, debe cumplir unas normas generales básicas:
■■ Estar accesible para cualquiera que pueda utilizarlo; todo el mundo debe conocer
su situación y acceso.
■■ Estar fuera del acceso de niños y mascotas.

■■ Debe revisarse periódicamente para eliminar productos y medicamentos caducados o deteriorados.

■■ Debe rellenarse completamente después de su uso para que nunca echemos nada en falta ante una urgencia.

■■ Debe tener un inventario escrito; una hoja de papel en la que aparezca una listan con todo su contenido.

■■ Todos los medicamentos deben incluir su prospecto y/o instrucciones de uso.

■■ Deben protegerse los productos estériles y sensibles a la humedad; el contenedor debe ser apropiado y debe escogerse con cuidado el punto de almacenamiento; es preferible un contenedor hermético y resistente y un almacenamiento en el interior de la vivienda protegido del calor excesivo, la luz solar directa y la humedad.

■■ No debe tener ni un tamaño excesivo ni un peso excesivo; debe poder manejarse y trasladarse con rapidez y comodidad.

■■ No debe ser el “almacén” de medicamentos de nuestra mascota.
■■ No debe ser “compartido” para las personas y las mascotas.

Debemos planificar el contenido con cuidado y tendremos en cuenta que, en algunos casos, es aconsejable disponer de ciertos medicamentos o de cierto instrumental que no todo el mundo podrá utilizar con seguridad y eficacia; el hecho de que haya un medicamento inyectable no implica que todo el mundo que esté en la casa pueda poner una inyección al perro, saber qué inyección necesita y cuál es la dosis adecuada. Disponer de herramientas no es nunca un problema, usarlas sin conocimientos ni experiencia sí que puede serlo.

Contenido de un botiquín de urgencias

Lo más importante de todo: teléfono de contacto, dirección exacta y horarios de:
■■ Nuestra clínica veterinaria habitual.

■■ El hospital veterinario abierto 24 horas más cercano.

■■ La/las clínicas veterinarias que usamos en casos especiales: Clínica en nuestras vacaciones. Si vamos de vacaciones a diferentes sitios en todos ellos buscamos una clínica y un hospital de urgencias: es sencillo encontrarlos en unos minutos un día laborable a media mañana (las Páginas Amarillas, Internet, las guías –QDQ– y los teléfonos de información nos ayudan siempre), es mucho más difícil localizar una por la noche, con prisas y el estrés de ver a nuestra mascota con
un corte en la pata y sangrando.
Clínica más cercana a nuestro domicilio (si no es la clínica habitual).
Clínica/hospital de especialista en caso de que nuestra mascota haya visitado algún especialista por alguna razón en concreto.

Material de protección

En una urgencia la primera idea es siempre: PEDIR AYUDA. La segunda idea es siempre: EVITAR DAÑOS MAYORES y PROTEGER; protegerse de lesiones que nos pueda ocasionar un animal herido, estresado, muy nervioso o con alteraciones de la consciencia. También es esencial poder proteger a nuestra mascota de autolesiones o traumatismos que se produzcan como consecuencia de una situación de urgencia.

Los materiales de autoprotección serían:




1 Guantes de látex para limpiar heridas, tratar hemorragias, quemaduras, etc. Si hay alguien que pudiera usar el botiquín con alergia al látex se pueden utilizarguantes de nitrilo en su lugar.



2 Según la mascota que tengamos, es adecuado incluir unos guantes de cuero grueso (son buena idea los guantes de “soldador” que encontramos en ferreterías) que nos ayudan a manejar a gatos, grandes aves, hurones y otras mascotas que nos pueden morder, arañar o picar si se encuentran asustadas y doloridas en una urgencia  



3 Un bozal del tamaño (y modelo) adecuado para nuestra mascota.


4 Una manta o una toalla de tamaño adecuado a nuestra mascota nos puede ayudar a sujetarla, inmovilizarla o protegerla en algunas situaciones de urgencia; debería almacenarse junto al botiquín de urgencias siempre que sea posible.



5 Una manta térmica ocupa muy poco espacio, prácticamente no pesa nada y puede ayudarnos a manejar pacientes con traumatismos, en shock o con hipotermia.


Aunque no están de más, las mascarillas, gafas protectoras, gorros y otros artículos similares no tienen mucho sentido en un botiquín veterinario de urgencias; ocuparán mucho sitio y casi nunca serán necesarios, ni siquiera los usaremos cuando estemos intentando ayudar en una situación crítica.

Material de cura




1 Gasas estériles: un paquete de 20 x 20.

2 Venda de gasa. 

3 Vendas de crepé: una (o dos si tenemos varias mascotas o si es un perro muy grande) de 7,5 cm de ancho. Si tenemos un gato o un perro pequeño, es mejor que sean de 5 cm y si tenemos, por ejemplo, un Pastor Alemán es mejor tener 2 vendas de 10 cm.

4 Vendas elásticas o cohesivas: al menos una pero con las mismas consideraciones del caso anterior; 5, 7,5 o 10 cm según el tamaño del perro y una o dos según haya una o más mascotas y según sean pequeñas o grandes.

5 Esparadrapo de tela: un rollo de 5 cm de ancho.

6 Compresas de tul engrasadas estériles: nos servirán como primera capa de vendajes y curas para favorecer la cicatrización y evitarán, además, que el vendaje se adhiera a la herida y que retirar el vendaje después resulte doloroso o sea la causa de reabrir la herida o facilitar una hemorragia.

7 Toallitas con alcohol.

8 Algodón hidrófilo.









Medicamentos de uso externo

1 Un antiséptico general; clorhexidina en solución acuosa al 0,5%.

         No podemos utilizarla cerca de los ojos pero es segura, eficaz y no produce
         dolor ni escozor al aplicarla en una herida.




Podemos emplear povidona yodada en lugar de clorhexidina: Betadine (el envase de color amarillo que es una solución acuosa y no es ni alcohólica ni jabonosa que pueden ser más irritantes); es eficaz pero mancha mucho más.

Diluido con suero fisiológico (1 parte de Betadine y 9 partes de suero fisiológico) puede aplicarse “cerca” de los ojos aunque no “dentro” de los ojos.

2 Loción corticoesteroide de uso tópico.

3 Agua oxigenada al 3%: no la utilizaremos habitualmente como desinfectante externo pero en algunos casos, cuando un veterinario nos lo indique por teléfono –no debemos tomar esa decisión directamente, hay casos en que los vómitos pueden ser muy perjudiciales para el paciente–, podemos emplearla para inducir los vómitos en algunos casos de intoxicaciones.

4 Carbón activado: cápsulas de carbón para utilizarlas únicamente cuando un veterinario nos lo indique por teléfono en ciertas intoxicaciones.


5 Lágrimas artificiales en gel: hay muchos productos específicos disponibles en farmacias y cualquiera de ellos nos servirá ante ciertas lesiones oculares para proteger el ojo de daños mayores hasta llegar al veterinario.

6 Suero fisiológico estéril: lo emplearemos para lavar heridas, quemaduras, picaduras, etc.

Medicamentos de uso interno

Salvo que tengamos una preparación sanitaria, es mejor no utilizar medicamentos que tienen efectos que nos pueden resultar desconocidos y que no siempre nos ayudan en casos en los que, aparentemente, deberían hacerlo. Dar un antiemético –un medicamento contra los vómitos– a un perro que se ha comido un hueso es, no sólo perjudicial, sino que puede resultar muy PELIGROSO para él. Igualmente, podemos encontrar docenas de ejemplos semejantes en los que un medicamento determinado no debe administrarse en un caso concreto sin la atención sanitaria cualificada.


La “automedicación veterinaria” (que una persona sin conocimientos específicos prescriba o administre una medicación a su perro o su gato) es reprobable; únicamente un veterinario debería prescribir una medicación para un animal, especialmente en situaciones delicadas y de urgencia. Pese a ello, en casos muy concretos, es adecuado disponer de ciertos medios para que si el veterinario, por teléfono, nos indica que los utilicemos, podamos hacerlo con rapidez.



Pese a esta recomendación general, es conveniente disponer de algunas herramientas de tratamiento no para utilizarlas a nuestro criterio, sino para poder utilizarlas en casos realmente graves y bajo instrucciones –al menos telefónicas– de nuestro veterinario:

1 Corticoide inyectable. Necesita receta veterinaria. Si lo adquirimos en la

farmacia, debemos disponer también de jeringas y agujas de inyección.

2 Solución de rehidratación oral; puede tratarse de sobres para diluir en agua de bebida, ampollas o frascos de solución concentrada también para diluirla.

3 Si nuestra mascota es epiléptica o ha tenido convulsiones previamente, su veterinario puede recomendarnos disponer de ciertos fármacos (enemas o inyectables) para poder ayudar a controlar una crisis convulsiva que no podamos trasladar con rapidez a la clínica veterinaria. En este caso, será nuestro veterinario quien nos indique qué medicamento debemos tener disponible, cómo y cuándo utilizarlo y las dosis que le corresponden a nuestra mascota.

4 Si nuestra mascota es diabética es una buena medida disponer de glucosa en sobres o tabletas para el caso de que se presente una crisis de hipoglucemia. Siempre las administraremos cuando el veterinario (telefónicamente) nos lo indique.



¿Por qué es malo medicar a nuestras mascotas? 

■■ Cada especie animal responde de una forma especial a los medicamentos. Hay algunos que se utilizan con los mismos fines y en las mismas dosis en personas y en perros, por ejemplo el antibiótico amoxicilina.

■■ En otros casos, un medicamento que utilizamos con cierta frecuencia y muy alta seguridad en una especie, la amoxicilina en humanos o en perros y gatos, puede ser peligroso en otra; por ejemplo, este antibiótico puede ser tremendamente peligroso, incluso letal en conejos o roedores (hámster, cobaya). Si no conocemos este hecho, podemos provocar graves daños a un conejo al que intentemos “curar” administrándole amoxicilina.

■■ Una dosis “normal” de paracetamol para un bebé con un catarro puede ser muy peligrosa para un gato, incluso puede producirle la muerte por un fallo hepático severo. Si empleamos en un perro la dosis de ibuprofeno que habitualmente podemos utilizar en bebés que tienen molestias porque están empezando a salirles los dientes, en el perro podemos provocar una severa gastritis e incluso una perforación gástrica.

■■ Si nuestro perro tiene un problema de tiroides necesitará una dosis hasta 8 veces superior y repetida 2 veces más frecuentemente que la dosis que se administraría en una persona con una enfermedad similar. La lista de posibilidades para cometer errores, errores graves y errores potencialmente letales es casi infinita.





■■ Antes de arriesgarnos a cualquiera de estas posibilidades, la norma es: “no hacer nunca daño” y consultar a un veterinario antes de tomar decisiones, bien intencionadas, pero sin conocimientos específicos suficientes.

Instrumental de curas

Es necesario recordar que no se trata de disponer de un equipo completo de cirugía para que lo use cualquier persona que esté disponible en el momento de la urgencia, la idea es que haya un cierto número de herramientas en el botiquín de urgencias para que las pueda utilizar alguien que tenga conocimientos y experiencia suficientes ante una emergencia.

Los componentes instrumentales del botiquín serían:

1 Pinzas de mano o de disección.

2 Tijeras rectas de curas.

3 Torniquete de goma látex.

4 Pinza Pean para poder colocar el torniquete cuando sea preciso.

5 Pinza de depilar.

6 Pinza mosquito recta sin dientes.

7 Termómetro digital.

8 Linterna de mano.


9 Agujas y jeringas de inyección, varios tamaños de ambas. Las utilizaremos para lavar heridas, proyectar suero fisiológico o suministrar agua o medicaciones, en este caso, nuestro veterinario nos indicará si debemos usarlas, cuándo y cómo.




                                           


                                                         


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